«Me resulta incomprensible que el amor por la
lectura, particularmente en los jóvenes, se haya ido perdiendo.»
«La indagación en los colegios secundarios (es
una de mis preguntas infaltables cuando iniciamos el diálogo) demuestra que no
dedican tiempo a la lectura. ¡No saben lo que se pierden!»
«Leer un buen libro, a solas y en silencio,
es uno de los placeres más redituables: enriquece nuestros conocimientos al
mismo tiempo que nuestra alma se llena de imágenes infinitas que dan motivo al
asombro, al análisis, a la crítica y a la reflexión. Es aconsejable también
leer en voz alta en clase o con los amigos para intercambiar ideas y opiniones.»
«Así lo hacíamos en nuestra juventud. Debíamos
leer en el Colegio Nacional y obligatoriamente en nuestras casas (a veces yo
elegía el bosque o alguna plaza) para comentarlo después.»
«Si transcribiera el programa de lecturas
obligatorias de cuarto año produciría asombro y pocos jóvenes creerían que ello
fue posible.»
René Favaloro, De La Pampa a los
Estados Unidos
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