«Existe un apetito profundamente arraigado en nosotros que ningún alimento puede satisfacer. Es el hambre de caricias, de sensación, de contacto humano real y concreto.»
En forma literal, es «hambre de la piel».
«En muchos hogares, los niños tienen la suerte de que su hambre de la piel ha sido satisfecha. En muchos otros, el contacto físico sólo se produce en forma de castigo corporal.»
«No es difícil notar la diferencia entre distintos
tipos de hogares.»
«Los pequeños cuya hambre de la piel está satisfecha, tienden a ser expansivos, cordiales y tranquilos.»
«Aquellos que raras veces son acariciados en el
hogar a menudo se ven más retraídos, propensos a vivir en un mundo de fantasía,
incluso son hostiles.»
— Sidney Simon («¿Le gusta a usted tocar y ser tocado?»)